Cientos de civiles, entre ellos unos 44 niños habían muerto hasta el 31 de marzo en la ola represiva que aqueja a los birmanos. Una niña de siete años recibió un disparo mientras estaba en su casa. Dos representantes especiales para la violencia y la infancia condenaron los embates de las fuerzas de seguridad de Myanmar contra la población civil, incluidos los menores de edad.